El
oficio de la fabricación de textiles es uno de los más antiguos en nuestro
país, pues data del periodo Preclásico. Sin embargo, pocas son las piezas que
han sobrevivido al paso del tiempo, por lo que las fuentes mediante las que
podemos obtener información al respecto son principalmente historiadores y
cronistas.
Sabemos,
por ejemplo, que las fibras usadas eran de origen natural, como el algodón, el
henequén, la palma, pelo de conejo, plumas y fibras de maguey; que se tejían en
telares que poco o nada difieren de los telares de cintura utilizados todavía
por comunidades indígenas y que se teñían con colorantes de origen mineral,
vegetal y animal (cochinilla).
Conocemos
también el nombre de algunas prendas, como el máxtlatl (taparrabo) y el
tilmantli (capa) que usaban los hombres o el cuéitl (falda) y hupilli (blusa)
de las mujeres. También sabemos que estas prendas recibían diferente nombre
según su color, forma y ocasión de uso.
Otra
información importante que conservamos son los diferentes usos que tenían los
textiles para los nahuas: como moneda para la compra de esclavos, como
decoración en casas de la nobleza y para la fabricación de objetos de uso diario
como tapetes, bolsas, etc. E incluso sabemos la función social que desempeñaban
al distinguir un estrato social de otro, pues, dependiendo de los materiales
usados y la cantidad y diseño de las decoraciones, se podía saber si una
persona era del pueblo común, si era sacerdote o gobernante.
Además,
se contaba con ropas de uso común y otras de uso ceremonial, utilizadas durante
festividades específicas. También se utilizan textiles como regalos en grandes
festejos como agradecimiento a los invitados y, en el caso de grandes señores,
formaban parte de las ofrendas mortuorias.
Por
último, podemos mencionar la Ceremonia del Fuego Nuevo (inicio de un nuevo
ciclo de 52 años) como el periodo de mayor producción de textiles, pues al
tener que ser renovados completamente todos los artículos que se usaban, crecía
la demanda de estos, por lo que los artesanos tejedores se esmeraban
especialmente en estos días por mostrar sus habilidades, que posteriormente
podían ser gratificadas al ser conocida la calidad de sus trabajos.
Esto
es solo una pequeña parte de toda la historia del arte textil en México, que
sigue evolucionando y manifestándose de formas muy diferentes en prácticamente
todos los rincones del país.
Bibliografía.
Fernández Barrera, J. (1965). El arte textil entre
los nahuas. En Garibay K., Á., León-Portilla, M. y López Austin,
A. (eds.) Estudios de cultura
náhuatl. Volumen V. (pp. 143-152). México: Universidad Autónoma de México.
Instituto de Investigaciones Históricas.
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Dejo un link a la versión en PDF de esta publicación para quien desee consultarla.
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