“El
arte era lo imprevisto que surge a la vista, a la vida. La obra, como el
individuo, es hallazgo, accidente, sorpresa agradable.” R. Debray.
La controvertida pieza La fuente, de Duchamp. Uno de los primeros ejemplos de 'ready made'.
La
historia del arte siempre ha estado en constante evolución. En gran medida
debido al descubrimiento o creación de nuevos materiales, lo que propiciaba
experimentar con nuevas técnicas, creando a su vez estilos diferentes.
Hoy
en día nos encontramos con que el arte no es como nos lo habían venido
enseñando desde la primaria. Y es que el arte contemporáneo viene con una
variedad inimaginable de posibilidades. El gran cambio, sin embargo, se dio
mucho antes de lo que podría pensarse. Regis Debray lo ubica en el momento en
que apareció la fotografía.
Si
bien esta invención comenzó teniendo un fin científico, ya varios pintores
anticipaban que vendría a cambiar drásticamente el mundo del arte, que hasta
entonces venía representando a la realidad. Aunque esto no fue inmediato,
Debray (1994) afirma que “[…] En lo inmediato, el procedimiento
fotomecánico cometía el sacrilegio de introducir un automatismo en el corazón
impalpable de lo vital. Lo repetible pasaba por despreciable, pero es siempre
por ahí por donde empieza una
democratización […]”
Es
aquí donde es importante resaltar que, en nuestra época, ver ya no significa creer,
sino interpretar. Y las formas de ver la vida, y por tanto también las de
interpretarla van cambiando. Walter Benjamin, en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (1936)
afirma que “Dentro de grandes espacios históricos de tiempo se modifican, junto
con toda la existencia de las colectividades humanas, el modo y manera de su
percepción sensorial […] están condicionados no sólo natural, sino también
históricamente.” Más adelante, Nicholas Mirzoeff complementa esta observación
argumentando que una forma de representar la realidad va ocupando el lugar de
la anterior a medida que esta última desaparece (Mirzoeff. 2003).
La
llegada de la fotografía hace que los artistas comiencen a cuestionar la
tradición de la pintura como medio privilegiado de representación y a buscar
extender el contenido del lienzo más allá de la pintura. Y es que, con la
llegada de las cámaras fotográficas portátiles y de fácil manejo, cualquiera
podía capturar su propia representación de la realidad.
Comienza
a gestarse una cultura visual. Una cultura que, según Mirzoeff aleja nuestra atención
de los tradicionales escenarios de observación y la atrae a la experiencia
visual de la vida diaria. Es quizá por ello que en este periodo surge también
como característica del arte una naturaleza experimental, en la que se utilizan
diversas técnicas y materiales tomados de otros ámbitos de la vida cotidiana.
El
arte no es ya representación objetiva, sino expresión personal. Arthur Danto
anuncia entonces la muerte del arte como lo conocíamos. Este desaparece cuando
reconoce que no hay un formato específico en el que deba encajar una obra de
arte.
Concluyendo,
el arte contemporáneo puede presentarse de muchas y muy diferentes maneras. No
todas ellas serán agradables al público, pero el objetivo del arte no es
agradar al público, sino expresar una forma particular de percibir la realidad,
que puede o no ser compatible con la del espectador. Y es un grave error pensar
que si algún individuo no gusta de una pieza o no la comprende es por ello menos
culto.
Este
elitismo, esta división entre “alta cultura” y “cultura popular” tiene ya
varios años. Incluso Pierre Bordieu realizó un estudio, una encuesta en la que
aseguraba que la clase social a la que pertenecía un individuo era un factor
determinante de su reacción ante el arte. Sin embargo, las preguntas que
realizó estaban manipuladas de tal manera que el “Los descubrimientos de
Bordieu sólo confirman los prejuicios que contenían sus preguntas y que
sostenían que a <<ellos>> no les gustaría <<nuestra<<
cultura de élite y deben ser estudiados como un fenómeno diferenciado: lo
popular.” (Mirzoeff, 2003).
No
hay razón,
entonces, para temer ser considerado inculto al no entender o no gustar del
arte contemporáneo. El arte es tal en tanto que representa la manera en que el
artista concibe su realidad, pero puede ser interpretada de diversas maneras
por diferentes espectadores; incluso por el mismo espectador en ocasiones
diferentes, pues el sujeto, junto con su percepción, va cambiando con el correr
del tiempo.
Bibliografía.
Benjamin,
W. (1936). La obra de arte en la época de
su reproductibilidad técnica. [Digital]. Disponible en http://www.philosophia.cl/biblioteca/Benjamin/la%20obra%20de%20arte.pdf
Debray,
R. (1994). Vida y muerte de la imagen. Historia de la mirada en occidente.
Barcelona: Paidós.
Mirzoeff,
N. (2003). Una introducción a la cultura
visual. Barcelona: Paidós.
Rush, M. (2005). New media in art. Nueva York: Thames & Hudson.
¡Disertación preciosa! ¡qué gusto que hayas vuelto a esto de la blogueada!
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